A Pier Paolo Pasolini, poeta y cineasta,
muerto con violencia en esa playa romana.
Supongo que la arena será negra
de algún modo,
que harán sus nidos alacranes
en las huellas de los hombres,
y un pez aún vivo
perderá su inmenso ojo
en el buche de un pelícano.
En un lugar así no cabe
el alarido,
hay un silencio azul,
la luz no es más,
las sombras son un grito.
Por la mañana, un niño canta
con su pan,
los hombres beben, hace frío;
pasan el rastrillo a los despojos
de la noche,
fríos preservativos, tampones rojos,
algodones sucios,
latas, plásticos,
zapatos.
Ahí no estabas, te habías ido.
Quién le dirá a tu madre que hoy
no cenas.
Qué contarán tus compañeros,
extraño amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario