martes, 13 de julio de 2010

A Pier Paolo Pasolini, poeta y cineasta, 
muerto con violencia en esa playa romana.  
 
 
Supongo que la arena será negra de algún modo, 
que harán sus nidos alacranes 
en las huellas de los hombres, 
y un pez aún vivo perderá su inmenso ojo 
en el buche de un pelícano. 
 
En un lugar así no cabe el alarido, 
hay un silencio azul, la luz no es más, 
las sombras son un grito. 
 
 Por la mañana, un niño canta con su pan, 
los hombres beben, hace frío; 
pasan el rastrillo a los despojos de la noche, 
fríos preservativos, tampones rojos, algodones sucios, 
latas, plásticos, zapatos. 
 
 Ahí no estabas, te habías ido. 
Quién le dirá a tu madre que hoy no cenas. 
Qué contarán tus compañeros, extraño amigo.

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