jueves, 25 de diciembre de 2008

Luna

El corazón del hombre
se la pasa pisando
cáscaras de banana,
baldosas flojas, charcos,
vidrio molido;
a veces, llenos de amor,
de locura, de sed,
desesperadamente,
mete la pata
en arenas movedizas,
en verdaderos pantanos,
y comienza a hundirse
lentamente.

Mira entonces
con sus últimos ojos
la luna quieta
en la noche inmensa,
le pide ayuda,
que lo saque del pozo, lo salve,
le tire una luz
para treparse.

La luna cumple,
y el corazón del hombre
se sacude el barro,
se da un baño caliente,
se peina, se perfuma incluso,
y sale a buscar
vaya a saber cuál nombre,
qué foto casi sepia,
a una distancia injusta,
imposible, irrevocable.

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